A vueltas con mi próstata

Hola a todos.
Estos últimos días he estado bastante pocho, aunque gracias a mi veterinario particular ya me encuentro mucho mejor. Ya tengo unos añitos, y al igual que los humanos, los perros padecemos problemas de próstata con bastante frecuencia. Y a mí me ha tocado. Aún estoy en ello, pero espero recuperarme del todo en unos días. Así que he pensado que, ahora que tengo experiencia en el tema, voy a hablaros un poco de esa cosa llamada próstata.
La próstata es una glándula sexual accesoria. En ella se producen secreciones que forman parte del eyaculado y se localiza envolviendo a la uretra en la zona en la que se une a la vejiga. Puede palparse por vía rectal (pero de eso mejor no hablemos más...).
En los hombres los
ntomas producidos por problemas de próstata suelen asociarse al estrechamiento que provocan en la uretra (micción entrecortada, goteo, esfuerzos para orinar) o a los signos irritativos en la vejiga (urgencia para orinar, orinar de noche o hacerlo a menudo). En cambio, en nosotros los perros, los síntomas son provocados por el aumento de tamaño de la glándula que presiona al colon (heces aplanadas, esfuerzos al defecar, hernias perineales), por infecciones recurrentes en la vejiga (signos de cistitis, sangre en orina, infertilidad), por salida de la secreción prostática a través de la uretra (goteo sanguinolento a veces independiente de la micción, flujo prepucial abundante) o por dolor en caso de infecciones o tumores (que pueden confundirse con problemas en las patas o la columna vertebral).
¿Y cómo se explora la próstata?. Pues vuestro veterinario puede optar por hacer un
a palpación rectal, radiografías, ecografías, estudio de las fracciones del eyaculado provenientes de la glándula, citología de muestras obtenidas por masaje prostático, biopsias, etc.
La mayoría de los problemas de próstata se deben a que con la edad y debido a mecanismos hormonales todavía no muy bien conocidos, la próstata aumen
ta de tamaño y nos da problemas.
El primero del que vamos a hablar es la
hiperplasia prostática benigna. Se trata de un aumento de tamaño de la próstata ni doloroso ni infeccioso. Los problemas que puede producir son debidos a la presión ejercida sobre las estructuras cercanas como colon o vejiga y suele asociarse a goteos sanguinolentos muchas veces independientes de la micción. Es decir, gotas de sangre que aparecen en el suelo o en la cama del perro. Las molestias no suelen ir más allá, pero algunos especialistas creen que ese estado en el que se encuentra la próstata puede predisponer a padecer otros problemas más graves (vamos, supongo que se trata de lo que me ha pasado a mí).
Para que os hagáis una idea, el 50% de los perros mayores de cinco años la padecen y este porcentaje llega al 95% de los mayores de nueve años.
El tratamiento de la hiperplasia prostática benigna es... la castración. (Sólo de pensarlo ya me duele). Realmente es lo indicado. En perros que podrían tener problemas en la cirugía o que se utilizan como reproductores (¡men
uda suerte!) existen diversos medicamentos que reducen el tamaño prostático sin necesidad de pasar por el quirófano.
El segundo problema del que os hablaré es la prostatitis. Se trata de una inflamación de origen infeccioso, que puede ser aguda o crónica (ahora veremos las diferencias). Suele deberse a infecciones ascendentes a través de la uretra, porque, a nuestra edad, las barreras del organismo para detener a estos gérmenes se deterioran un poco. No se puede ser viejo...
La prostatitis aguda suele producir fiebre, dolor, aumento de glóbulos blancos en los análisis sanguíneos e infecciones de orina. Se trata con antibióticos durante unas cuatro o seis semanas mínimo, siempre vigilando la evolución. Y, como siempre, si se acompaña de castración, mejor (¡¡Uuuyy!!).

En cambio, la prostatitis crónica, no suele producir dolor. Es una enfermedad silente. Vamos, que está ahí pero que no se nota demasiado. Quizá alguna infección de orina que viene y se va, goteos prepuciales, descargas hemorrágicas o purulentas... Se trata igual, con antibióticos, pero seleccionados de forma más cuidadosa, porque en estas circunstancias es más difícil que lleguen a penetrar bien en la glándula. Y, de nuevo, mejor si se pasa por quirófano.
Otro de los problemas es el de los quistes y abscesos prostáticos. Los abscesos suelen ser la evolución de una prostatitis mal curada. Los quistes, en cambio, son cavidades que se forman en la próstata donde se acumulan las secreciones de la glándula y que fácilmente se convierten en abscesos. Se tratan con antibióticos y a veces pueden vaciarse pinchándolos con una aguja guiada mediante una ecografía. En otros casos, es necesario intervenir directamente sobre la glándula.
Pueden encontrarse dentro de la próstata o, cuando crecen mucho, a su lado, como si el perro tuviese dos vejigas.

Y otro problema más, la metaplasia escamosa. (Ya empezamos con los palabros). Se trata de un desarrollo anómalo de algunas células de la glándula por la acción de estrógenos producidos en un tumor testicular. Al diagnóstico se llega haciendo una citología prepucial y la solución... ¿cómo lo habéis adivinado?. Castración.
Y, por último, los tumores de próstata. A diferencia de los de los hombres, la mayoría de las neoplasias de próstata en perros son malignas, muy agresivas localmente y con metástasis rápidas e invasivas. Vamos, que mejor no pillar ninguna.
Y con esto ya hemos terminado. Hoy la lección ha sido dura. Y así, como quien no quiere la cosa, mi dueño me ha dicho que va a cumplir la amenaza q
ue tantas veces me hacía cuando meaba donde no debía. Me va a cortar las pelotas. Bueno, al menos, ya sé que es por mi bien.
Un saludo.
Trasto.

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