El dolor en el gato

El otro día vino a la clínica Mika. Es una gata entrada en años y llevaba unos días con dolor en la pata delantera izquierda. No la apoyaba al caminar, estaba todo el día acurrucada entre las mantas e incluso había dejado de comer. Como no se dejaba explorar bien y para que no pasase un mal rato, Juan, el veterinario, decidió sedarla para hacerle unas radiografías y tomarle una muestra de sangre para hacer un análisis. Resultó que Mika tiene una artrosis de codo muy grande. Vamos, que sólo con ver la radiografía, ya me duele a mí. Se trata de una enfermedad bastante frecuente en gatos geriátricos. Dicen los expertos que el 90% de los gatos mayores de 12 años tienen signos radiográficos de la enfermedad, que, para que aprendáis otro palabro, se llama artropatía degenerativa. Vamos, una artrosis de las de toda la vida que, como podéis imaginaros, duele un montón.
Así que hoy, voy a soltaros una parrafada sobre el dolor en los gatos y su tratamiento.
Según los entendidos, hay dos tipos de dolor, el agudo y el crónico. El agudo es el que aparece cuando, por ejemplo, os golpeáis un dedo del pie contra la esquina de la cama. Digamos que ese dolor os enseña a ser más cuidadosos la próxima vez que os levantéis a mitad de la noche para ir a hacer qué se yo. En cambio, el dolor crónico es aquél de larga duración que persiste tras la curación de la enfermedad que lo ha provocado. Parece ser que no tiene ninguna utilidad, más bien al contrario, todo son efectos perjudiciales. Además, no necesariamente es proporcional a la patología que lo provoca. Es más, cuando ésta desaparece, el dolor puede seguir ahí e incluso aumentar debido a una sensibilización del sistema nervioso. El dolor crónico no se puede curar, pero sí paliar.
Pero, ¿cómo expresan el dolor los gatos?
La verdad, todavía no sé de ningún minino que le haya dicho a su veterinario: "Doctor, no me toque ese dedo que me duele mucho".
En general, los gatos tienden a ocultar su dolor. En la vida salvaje no les sería de gran ayuda manifestar debilidad ante sus congéneres o depredadores de mayor tamaño. Así que el dolor debe detectarse, entre otras cosas, por los cambios en los patrones de conducta habituales, ya que la mayoría de los gatos con problemas articulares no cojean. Por ejemplo, Mika, se movía menos, había perdido el apetito, no utilizaba siempre la bandeja de la arena e incluso se mostraba reticente a las caricias. Otros gatos se afilan menos las uñas o se acicalan menos. El problema es que esa disminución en la actividad de los gatos, como jugar o saltar menos, también puede ser debida al envejecimiento y con frecuencia se la achacamos a él sin más.
Pero lo que más le importa a esos pobres gatos doloridos es cómo tratar su dolor.
El tratamiento analgésico de primera línea es mediante el uso de los antiinflamatorios no esteroideos (AINEs). Se trata de medicamentos con efecto analgésico, antiinflamatorio y antipirético.
Pero ojo con echar mano de vuestro botiquín y darle al gato esos que utilizáis con tanta frecuencia cuando os duele la cabeza o la espalda como la aspirina, el ibuprofeno o el paracetamol (podéis ver la entrada sobre intoxicaciones). Los gatos tienen un metabolismo distinto al vuestro y su uso puede ser muy perjudicial para ellos.
Hoy en día, existen en el vademecum veterinario, AINEs aprobados para su uso en gatos con dolor crónico. Se trata de fármacos totalmente seguros incluso en animales geriátricos. Vuestro veterinario os indicará cuál se adapta mejor a vuestra mascota.
En caso de dolor intenso, pueden combinarse con analgésico opiáceos con lo que además se conseguirá disminuir las dosis necesarios de ambos.
Lo que sí puede ser interesante es el uso de la acupuntura en aquellos casos en los que los analgésicos no puedan utilizarse o no controlen totalmente el dolor (lo malo es si al gato no le hacen gracia las agujas)
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Y en casos de artropatía degenerativa también puede resultar útil el aporte en la dieta de glucosamina y condroitín sulfato.
Y aunque no os lo creáis, acariciar y cepillar a vuestro gato también puede resultar de ayuda para controlar su dolor y su malestar ya que estimula la liberación de neurotransmisores implicados en la analgesia.
También es importante el enriquecimiento ambiental al ser los gatos animales cuyo bienestar depende mucho de su habitat (podéis ver la entrada Mi gato se aburre).
Os dejo un enlace a un folleto explicativo sobre el dolor en gatos y su tratamiento de la Sociedad internacional de medicina felina.Y creo que por hoy ya está bien de lección magistral. Para cualquier duda ya sabéis dónde encontrarnos. Un saludo.
Trasto

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