Virus de la leucemia felina

Hola, me llamo Calcetines y soy seropositivo al virus de la leucemia felina.
Me encontraron hace unos meses al lado de un camino. Estaba bastante delgado y me llevaron al veterinario. Allí estuve unos días, encerrado en una jaula. No me gustó nada. Yo quería salir y jugar y que me hicieran caricias aunque estaba débil y no podía saltar ni casi correr. Me hicieron unos análisis de sangre y la prueba dio positivo al virus.
El veterinario me llevó a su casa. Ahora vivo con su familia y estoy fuerte y un poco gordo (la culpa es suya, que me ha cortado los cataplines). No paro de corretear por toda la casa y me escondo en los armarios. Tiro todo lo que está a mi alcance, me he comido una planta y me encanta arañar las fundas del sofá. Pero lo que más me gusta con diferencia es acechar a un canario que se pasa el día saltando de palo en palo dentro de su jaula (es que algunos, lo único que saben hacer es provocar).
Estoy feliz. Me dan muchos mimos y hay una niña que juega mucho conmigo aunque a veces me achucha demasiado. Cuando lo hace y me pongo nervioso le muerdo y le araño, con cuidado, casi no le hago daño.
Voy a esconderme detrás de la cortina para vigilar al canario, que está en la ventana. Os dejo. Ahora el veterinario quiere contaros algo sobre mi enfermedad. Hasta la próxima.

Me parece que he visto un lindo gatito
Hola, seguidores del blog. Después de esta introducción de Calcetines, vamos a entrar en materia.
El virus de la leucemia felina es un retrovirus que afecta a los gatos domésticos de todo el mundo y a otros felinos salvajes, como el lince ibérico. En general, la enfermedad no es demasiado frecuente y afecta principalmente a gatos que viven en colectividades o en el exterior, donde el contacto entre ellos es más estrecho. Sobre todo la padecen los gatos más sociables pues la principal vía de contagio es a través de la saliva cuando se asean mutuamente aunque también puede transmitirse por mordeduras, al compartir comederos o bebederos y por vía venérea o de madres a hijos e incluso por picaduras de pulgas. Por desgracia, los gatos jóvenes son los más susceptibles. A partir de los cuatro meses de edad aumenta la resistencia natural a la infección. La incidencia de la enfermedad ha disminuido bastante en los últimos años debido al aumento de la vacunación.
Los retrovirus son un tipo de virus muy peligroso por dos motivos. El primero es porque atacan a las células del sistema inmune, que son las que nos protegen de las enfermedades. Y el segundo motivo es porque pueden ocultarse dentro de las células del enfermo dificultando muchísimo su eliminación.
Una vez que el virus se introduce en el cuerpo del gato, ataca a los glóbulos blancos y se dirige a distintos órganos. A partir de aquí, el cuadro clínico es diferente según la respuesta inmunológica. En algunos gatos el virus se queda en las glándulas salivares y no se extiende por el resto del organismo. Se trata de gatos resistentes a la infeccíón. En otros gatos el virus se distribuye por todo el cuerpo y  aparecen síntomas leves, como fiebre, inflamación ganglionar o falta de apetito. De este grupo de gatos hay algunos que al final son capaces de controlar la infección y aunque el virus vive en su cuerpo, no es capaz de desarrollarse ni infectar a otros animales. Sin embargo, hay otros gatos de este segundo grupo en los que el virus sigue replicándose y son muy contagiosos. Aunque no tengan síntomas, al cabo de dos o tres años estos animales mueren por otras enfermedades de las que no pueden defenderse con eficacia. Por último hay gatos en los que el virus queda latente en la médula ósea con su material genético integrado en las células del gato y, una vez reactivado, puede provocar enfermedades como la leucemia (de ahí su nombre). Estas reactivaciones pueden aparecer tras situaciones estresantes para el gato como otras enfermedades, gestaciones, lactancia, etc.
Además de los síntomas mencionados que pueden aparecer en las fases iniciales de la enfermedad, una vez desarrollada ésta en su totalidad los gatos afectados pueden presentar anemia, disminución en la cantidad de glóbulos blancos, alteración en el número de plaquetas y otras alteraciones sanguíneas. Esto, a su vez, puede inducir problemas respiratorios o del ritmo cardíaco, cansancio y hemorragias. También pueden desarrollarse cuadros de inmunodeficiencia y neoplasias como linfomas o leucemias. A su vez, estos linfomas, según en qué órganos estén localizados, pueden dar síntomas muy diversos. Y las inmunodeficiencias provocan que el gato sea incapaz de defenderse de multitud de enfermedades infecciosas que pueden afectar a cualquier órgano del cuerpo.
Para saber si un gato tiene el virus de la leucemia, es suficiente con que vuestro veterinario obtenga una muestra de sangre para realizar una prueba. 
Por desgracia no existe ningún tratamiento curativo para los gatos positivos y/o enfermos por el virus de la leucemia. Lo fundamental es evitar cualquier situación que pueda provocar estrés en el animal: es aconsejable que estos gatos vivan solos porque compartir residencia con otros gatos puede provocar situaciones de ansiedad que inhibe al sistema inmune. También es recomendable la esterilización, en gatas para evitar gestaciones y los cambios hormonales que pueden afectar a sus defensas y en gatos, sobre todo aquellos que viven en casas con acceso al exterior, para evitar peleas con otros machos. Deben desparasitarse con regularidad y recibir cuidados veterinarios adecuados para prevenir o tratar con rapidez cualquier enfermedad que puedan sufrir y también deben ser alimentados con productos de calidad que ayuden a fortalecer su estado corporal y sus defensas. También existen protocolos de quimioterapia para los tumores inducidos por el virus.
El arma que se ha mostrado más efectiva en la prevención de la enfermedad es la vacunación. Inicialmente es necesario administrar dos dosis, la primera a partir de las ocho o nueve semanas de edad. Las dosis de refuerzo se aplicarán en función del estilo de vida del gato.
Aunque seguro que ya lo sabéis, queremos recordaros que esta enfermedad no es contagiosa para las personas, con lo que se puede vivir sin ningún problema con un gato positivo (ahí tenéis a Calcetines).
Un saludo.
Centro Veterinario Travesía


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