Kiko tiene alergia (I)

Kiko haciendo lo que realmente le
gusta, correr.
Desde que llegó a casa durante las pasadas Navidades, Kiko se rascaba más de lo normal.
Como ya nos enseñó Trasto en una entrada anterior, hay que empezar por controlar los parásitos externos, así que lo primero que hicimos fue controlar de forma estricta la presencia de pulgas y garrapatas. También de gusanos intestinales. Éstos podían ser la causa de su malestar. Así que le aplicamos una buena pipeta una vez al mes y nunca le vimos ninguna pulga. También le dimos antiparasitarios orales para las lombrices. Pero Kiko seguía rascándose.
Sin embargo, no había ninguna lesión en la piel. Ni siquiera estaba enrojecida. Lo que los dermatólogos llaman prurito sine materia (mira que le ponen nombres raros a las cosas). Para entendernos, picor sin lesiones evidentes, algo bastante característico de las fases iniciales de las dermatitis atópicas en los perros.
Podíamos haberle dado cortisona para aliviarle el picor, pero bueno, como no tenia lesiones... Mejor aguantar un poco y no darle una medicación con bastantes efectos secundarios.
Así que probamos a bañarlo con champús terapéuticos. Son champús especiales que hidratan la piel y mejoran la capa lipídica que la protege. Además, el baño por sí mismo tiene cierto efecto calmante (ver entrada sobre los baños terapéuticos).  Pero he de confesaros que con los baños se ha cumplido lo de que en casa de herrero, cuchillo de palo y no se los daba con la frecuencia necesaria para conseguir el efecto adecuado.
También le aplicamos pipetas de ácidos grasos y ceramidas que reconstituyen esa capa grasa protectora de la piel.
¡Ah!. Y empezamos a darle una alimentación especial con efecto antiinflamatorio.
Kiko cavando un agujero, mimetizado
en el terreno
Pero, lamentablemente, Kiko se rascaba cada vez más. Daba gusto ver lo concienzudo que era al morderse las patas. Y cómo cada mañana, mientras yo me lavaba los dientes, él se sentaba a la puerta del baño rascándose y rascándose las axilas y el cuello, con el cuello estirado en una expresión de placer. Por lo demás, era un perro feliz. Aunque últimamente, incluso paseando por la calle, se paraba y amagaba con echarse la boca al flanco. Es decir, el picor iba en aumento.
Así que finalmente ocurrió lo que esperábamos. Aparecieron las lesiones. Irritaciones a consecuencia del rascado en ambas axilas, enrojecimiento y granos en la ingle, en el pecho y un eczema en la base de la oreja izquierda. (Podéis ver la entrada sobre la otitis). No podíamos esperar más, había que tratarlo.
Nuestra primera opción fue un medicamento nuevo, a base de oclacitinib. Se trata de un producto innovador, muy eficaz en la mayoría de los casos de dermatitis atópicas en perros y que apenas tiene efectos secundarios. Inicialmente se administra dos veces al día y al cabo de cinco días ¡Kiko apenas se rascaba!. Así que pasamos a una toma diaria. A diferencia de la cortisona, puede emplearse en tratamientos prolongados ya que es muy seguro.
Pero al cabo de un tiempo, Kiko empezó a rascarse de nuevo. No tanto como antes. No tiene lesiones, pero está incómodo. Y después de dos meses de tratamiento, empecé a preguntarme si tendría que darle esa medicación durante toda su vida.
Así que decidí averiguar qué tipo de alergia tenía Kiko.

¿Sabéis qué es una alergia?
Una alergia es una reacción de hipersensibilidad a sustancias externas al organismo (que se llaman, ¡cómo no!, alérgenos). Es decir, una sustancia que debería ser prácticamente inocua, como el polen o la proteína de un alimento, provoca una reacción exagerada del organismo cuando entra en contacto con él. A consecuencia de esta reacción, las células liberan productos químicos que alteran el equilibrio orgánico y provocan la aparición de los síntomas: picor, dermatitis, otitis, diarreas, etc.

Las alergias principales en los perros son:
1.- Alergia a las pulgas. En realidad, se trata de una hipersensibilidad a la saliva de las pulgas, que entra en contacto con el perro cuando le pican para alimentarse de su sangre. La forma de tratarla es realizando un control meticuloso de las pulgas, como hacíamos con Kiko.
2.- Alergia e intolerancia a los alimentos. Se diagnostica dándole al paciente una dieta especial (que llamamos dieta de eliminación) durante varias semanas, ya que los diagnósticos laboratoriales no son demasiado fiables. Con Kiko teníamos un problema. Hay niños pequeños en casa, se les cae la comida o el perro se la roba directamente de la mano. Así que era imposible hacer un buen diagnóstico de alergia alimentaria.
3.- Atopia. La más frecuente, principalmente se debe a alergias a pólenes o ácaros. El diagnóstico se hace en función de los síntomas tras descartar que los picores sean de origen alimentario o por otras causas como infecciones o parásitos. Dichos síntomas deben cumplir una serie de criterios clínicos. En base a ello se llega a la conclusión de que el perro padece una dermatitis atópica.
Que, probablemente, era lo que Kiko tenía.

Así que Kiko tuvo que subirse una vez más a la mesa de la consulta (no le gusta nada) y tras el pinchazo en la vena correspondiente, le extrajimos una muestra de sangre para enviar a un laboratorio especializado.
Estos laboratorios miden los niveles de anticuerpos frente a las sustancias responsables de la alergia. Si están elevados significa que el animal es alérgico a esa sustancia y en función de los resultados se podrá elaborar una vacuna. Por lo tanto, el objetivo de las pruebas es averiguar cuáles son los alérgenos que provocan los síntomas de la alergia y, en función del resultado, elaborar una vacuna con la que tratar a cada paciente de forma individual y específica. De poco nos sirve averiguar que un perro es alérgico a, pongamos, el polen de abedul, si no tenemos intención de vacunarlo para tratar esa alergia.
Kiko entre las hierbas.
Una de sus grandes pasiones
No pedimos las pruebas de alergia a alimentos porque no son demasiado fiables y tampoco podríamos mantener a Kiko con una dieta estricta, por lo que los resultados no serian útiles.
Primero solicitamos una prueba de screening. Se trata de una prueba inicial de cribado con resultado positivo o negativo en dos grupos de alérgenos/sustancias: de exterior (pólenes de gramíneas, malas hierbas y árboles) y de interior (ácaros del polvo y del almacenamiento, pulgas y hongos).
Kiko resultó negativo para alérgenos de exterior (menos mal, porque le encanta correr y saltar entre las hierbas) y positivo para alérgenos de interior.
De modo que el siguiente paso fue averiguar cuáles eran los alérgenos de interior responsables del picor de Kiko.
Y los agraciados fueron las pulgas y, en mayor medida, tres ácaros (agarraos que vienen unos nombrecitos muy interesantes): Dermatophagoides farinae, Acarus siro y Tyrophagus putrescentiae (está claro que con ese nombre el putrefacto ése no puede ser nada bueno).
En base a los resultados solicitamos la realización de una vacuna para la alergia con extractos de los tres ácaros y, por supuesto, nos reafirmamos en el estricto control de las pulgas.

¿Conocéis esos ácaros de nombre tan complejo?
Los ácaros son insectos microscópicos, de aspecto bastante desagradable.

Dermatophagoides farinae con
el bello rostro que le caracteriza.
Dermatophagoides farinae es un ácaro del polvo.  Se alimenta de restos de piel, pelos, uñas, plumas, etc. Por desgracia, se trata de un habitante común de nuestras viviendas. Sobre todo, proliferan en los sitios donde encuentran más "comida": colchones, almohadas, sillones, alfombras. Una temperatura de 20 a 30 ºC y una humedad alta es lo que les viene mejor para que crezcan y engorden. Es decir, en nuestro clima se lo pasan la mar de bien. ¡Como que puede haber varios miles por metro cuadrado de alfombra!. Mueren si la humedad se encuentra por debajo del 40%. Aparte de los problemas de alergia que pueden provocar, por lo demás no son peligrosos ni transmiten enfermedades.

Precioso ejemplar de Acarus siro
con su melena, (todo hay que decirlo,
más bien rala), al viento.
Bonita población de
Tyrophagus putrescentiae
Acarus siro y Tyrophagus putrescentiae son ácaros del almacenamiento. También pueden encontrarse en el polvo de casa pero se chiflan por los productos almacenados: legumbres, cereales, semillas y alimentos ricos en proteínas y grasas.

P.D: si queréis saber cómo conseguimos controlar la alergia de Kiko, no dejéis de leer la segunda entrega sobre sus picores.
Centro Veterinario Travesía








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