La castración de las perras

Hoy queremos hablaros de una cirugía rutinaria de la práctica clínica veterinaria y que genera bastantes dudas e inquietudes a muchos de vosotros. Existen muchos mitos y creencias en torno a la castración de las perras y nos hemos propuesto resolver vuestras dudas.
La cirugía de la castración consiste en la extirpación de las glándulas sexuales, es decir, de los ovarios. Habitualmente, en la misma intervención se extrae el útero para prevenir futuras patologías.
Una vez castradas, las perras dejan de producir hormonas sexuales, por lo que ya no presentarán signos de celo (como el sangrado o la inflamación genital) ni aquellos cambios corporales que se producen a lo largo del ciclo ovárico (como el desarrollo mamario o los “embarazos psicológicos”).
Se trata de una cirugía mayor, rutinaria, pero no exenta de riesgos. Requiere anestesia general y la realizamos a través de una incisión en la línea media del abdomen, por detrás del ombligo.
Pero, ¿cuáles son sus ventajas?
Las perras castradas no volverán a tener signos de celo. No habrá sangrado genital ni embarazos psicológicos y desaparecerán los cambios de comportamiento que algunas manifiestan durante los celos o después de la ovulación. Se librarán del acoso de los machos cuando están en celo y no tendrán gestaciones no deseadas. (Sobre el celo de las perras, tenéis más información disponible en una entrada anterior).
La castración temprana de las perras disminuye de forma radical la incidencia de tumores mamarios, por otro lado, bastante frecuentes en hembras sin castrar.
Se trata de una cirugía con la que prácticamente desaparece la probabilidad de desarrollar infecciones de útero, también habituales en perras sin castrar y elimina el riesgo de aparición de otras patologías como quistes o tumores ováricos.
Está demostrado que la longevidad de las perras castradas se incrementa hasta un 20% en comparación con las no castradas.
Débora, en el quirófano, en plena faena
Sí, eso está muy bien, pero ¿y los inconvenientes?
Un pequeño porcentaje de perras (de un 6 a un 20% según diferentes estudios), pueden desarrollar incontinencia urinaria tras la castración, a veces de presentación tardía. Es más frecuente en perras de razas grandes y es debida a una pérdida del tono muscular del esfínter uretral por la ausencia de estrógenos. Algo similar a lo que les ocurre a algunas mujeres tras la menopausia. En la mayoría de los casos, no se trata de pérdidas continuas, sino que se producen cuando la vejiga está muy llena, normalmente cuando la perra está tumbada o durmiendo. Existen tratamientos para este problema que en la mayoría de los casos dan excelente resultado.
Es cierto que las perras castradas tienen mayor tendencia a engordar. Su metabolismo cambia y depositan más grasa en el abdomen. De todas formas, una alimentación adecuada y un poco de ejercicio son suficientes para evitar el sobrepeso. (Podéis ver la entrada sobre la alimentación de los animales castrados).
Mitos sobre la castración
Muchos propietarios creen que tras la castración las perras pierden vitalidad y se vuelven apáticas. En realidad no es así y una perra juguetona lo seguirá siendo tras la cirugía. Tampoco se va a volver más o menos agresiva de lo que era antes ni va a defender mejor o peor su territorio.
No es necesario que la perra tenga una camada antes de ser operada. No influye en su desarrollo físico ni psicológico ni hace que cambie su carácter.
Algunos propietarios rechazan la cirugía porque les parece que la perra se va a sentir “incompleta”, como si notara que le falta algo. Nada más lejos de la realidad. Las perras no son conscientes de que una vez operadas no van a tener el celo ni van a poder ser madres. Así que no será motivo de preocupación o ansiedad para ellas. Al contrario. Quizá sea más estresante padecer el celo dos veces al año y sufrir el acoso de los machos. Las personas tendemos a humanizar a nuestros animales dando por hecho que sienten lo mismo que sentiríamos nosotros en su lugar y nada más lejos de la realidad.
Información sobre la anestesia general
Como decía algún profesor en mis años de estudiante, a partir de aquí, la información que os vamos a dar es para subir nota. Como la cirugía de castración requiere de una anestesia general, para aquellos lectores empedernidos y curiosos vamos a explicaros en qué consiste este procedimiento.
La anestesia general se utiliza en aquellas intervenciones en las que se necesita inmovilizar al animal y que no serían toleradas por él si estuviese despierto. Empleando una combinación de varios medicamentos se consigue evitar el dolor (analgésicos), controlar la inflamación (antinflamatorios, que también tienen efecto analgésico), disminuir la ansiedad (sedantes) y lograr una pérdida de consciencia (inyectables/vapores anestésicos) además de un despertar más suave. Al utilizar todos estos medicamentos de forma combinada, se consigue una anestesia más suave y se evitan muchos efectos secundarios.
Antes de la anestesia.
En la mesa de quirófano, anestesiada y preparada para la
cirugía
Es importante que la perra esté en ayunas ya que en caso de producirse algún vómito durante la intervención correría el riesgo de sufrir una neumonía grave, potencialmente mortal. Tanto el acceso a la comida como al agua deben impedirse durante varias horas previas a la intervención.
Desarrollo de la anestesia.
La anestesia general consta de varias etapas. La primera consiste en la administración de medicamentos para tranquilizar y disminuir la ansiedad, acto seguido se induce la anestesia general propiamente dicha para poder llevar a cabo la cirugía. Se rasura una parte de la extremidad para poder visualizar y tener un acceso limpio a las venas por las cuales se inyectará el fármaco anestésico. Durante la anestesia se introduce un tubo en la tráquea para facilitar la respiración y administrar los vapores anestésicos junto con oxígeno. Raramente, esto puede provocar una tos temporal durante algunos días tras la cirugía.
Una vez finalizada la intervención, antes de pasar a la
jaula de recuperación
Posibles riesgos de la anestesia.
Por desgracia, todo acto médico, conlleva un riesgo. Este riesgo depende tanto del estado de salud del animal como del procedimiento quirúrgico por el que se produce el acto anestésico. Este riesgo se clasifica en una escala de 1 (leve) a 5 (riesgo muy elevado). Los animales especialmente nerviosos o agresivos presentan un riesgo mayor ante la anestesia. También la conformación anatómica de ciertas razas como los bulldogs, puede aumentar el riesgo anestésico.
Recuperación y postoperatorio
La perra puede volver a casa el mismo día de la intervención y deberá mantenerse en un lugar templado, silencioso y en reposo ya que durante unas 12 horas tras la cirugía, el organismo pierde la capacidad de regular la temperatura corporal.
Una vez esté despierta, se le puede ofrecer agua. Si bebe con normalidad, se le dará comida.
En general, la herida quirúrgica queda descubierta. Puede limpiarse una vez al día con unas gotas de clorhexidina o povidona yodada diluidas en suero fisiológico o agua. En animales con acceso al exterior, es conveniente mantenerlos dentro de casa al menos durante 3 días para prevenir movimientos bruscos, caídas o heridas. Y si todo va bien, aconsejamos realizar una revisión a los 2 y a los 7 – 10 días.
Centro Veterinario Travesía
Parque del Castro, Vigo



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