París, París...

Os dejo unas fotos de un colega mío, Apu, que su dueña me ha cedido amablemente. Y digo colega porque es un perrito muy majo (recogido de una protectora de animales), aunque cuando me lo encuentro por la calle prefiero guardar las distancias. Ya sabéis que con otros machos perrunos no me llevo demasiado bien.
Pues, como podéis ver, Apu y familia han pasado unos días en Francia. ¡Menudos afortunados!. Me cuentan que los gabachos han sido muy amables con ellos, que eso del chovinismo del que tienen fama es más bien una leyenda negra. En definitiva, que se han portado muy bien con todos. Y cuando digo todos, me refiero a los humanos y a Apu.
Y eso es lo que me ha llamado gratamante la atención. Apu me dice que prácticamente lo dejaron pasar a todos los edificios y monumentos a los que se acercaron, a los restaurantes, a los hoteles, al metro... En un castillo que visitaron no le permitían entrar caminando, pero le dejaron un cesto a Maite para llevarlo y poder acceder al recinto con él. Ahí tenéis la fotografía de los dos. Y en una terraza a la que se acercaron a tomar un refrigerio al primero que atendieron fue a él, llevándole un recipiente con agua para que bebiera. Vamos, ni punto de comparación con este país en el que vivimos y en el que nos las damos de adelantados y modernos.
¿Para cuándo podremos acceder libremente a los medios de transporte públicos?. Pero si aquí mismo, en Vigo, en el parque de San Roque tenemos el acceso prohibido. Allá se lo coman con patatas los gerifaltes de Caixanova. Que haya dueños de mascotas maleducados (por no utilizar otro término) que no recogen los excrementos de sus animales no significa que todos sean iguales y que los demás, propietarios y mascotas, no podamos disfrutar de un bien común.
Un saludo.
Trasto

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